Larga vida al río

Los ríos suelen dar vida y nombre a las regiones que bañan y a los poblados que se levantan en sus riberas. Las provincias de Entre Ríos y Corrientes así se llaman por los cursos fluviales que las rodean, y otras provincias como Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz toman sus nombres de corrientes fluviales que atraviesan sus respectivos territorios.



La ciudad de Paraná, capital entrerriana, así se llama por el río que baña sus orillas, y los ríos Uruguay y Paraguay han contagiado el nombre a dos países sudamericanos.



Gualeguaychú no es la excepción. Toma su nombre del riacho que la muerde y sigue camino hasta desembocar en las aguas del río Uruguay, una fuente de agua que diversos sectores de ambas márgenes disputan no como frontera sino como recurso. Hace más de tres años se ha despertado un acalorado y polémico debate sobre la instalación de dos plantas de celulosa que la empresa española Ence y la finlandesa Botnia quieren emplazar en Fray Bentos, Uruguay, frente a las costas de Entre Ríos.
Los vecinos se han movilizado para investigar y advertir acerca de los impactos negativos que traería el funcionamiento de estas plantas. Y fue así que se generó una importante oposición al emprendimiento industrial, sobre todo en la provincia de Entre Ríos. Los gobiernos de ambos países creyeron que la polémica se disolvería con el tiempo y apostaron a enfriar los ánimos. Pero la gente no cedió y continuó resistiendo la presencia de las papeleras. La discusión ha tomado repercusión internacional y seguirá por largo tiempo.



Mientras algunos pretenden hacer del río un basural que permitirá obtener cuantiosas sumas de dinero en poco tiempo, otros lo protegen y lo disfrutan, lo valoran y lo celebran como una fuente sagrada que no solamente hace posible la vida sino que también la embellece.