Hombres del mar

La actividad pesquera marplatense no escapa a la injusta distribución de los recursos. Durante los últimos años, la pesca artesanal ha sufrido una dura embestida de la pesca industrial y de la piratería internacional.

Los enormes barcos pesqueros vacían las aguas de calamares y merluzas, y se quedan con la parte del león.
Numerosas embarcaciones internacionales que se acercan al límite de las 200 millas, próximo al mar Argentino, ni siquiera son legales. Muchas de ellas no respetan las condiciones internacionales establecidas para la pesca responsable y capturan, con redes menores a las estipuladas, especies que migran desde la plataforma submarina argentina y que asegurarían el ciclo reproductivo de los cardúmenes locales. De este modo, dichas naves infringen el marco jurídico otorgado por la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, la conservación y gestión de los recursos vivos y la protección y preservación del medio ambiente marino.
El Estado argentino patrulla el litoral marítimo con buques de la Prefectura Naval y de la Armada, y ejerce el control de la pesca furtiva. Pero la vigilancia varía de acuerdo a la época y el lugar, y de todos modos no realiza el debido control de los convenios internacionales en defensa de las especies, ni implementa una adecuada supervisión de los sistemas anticontaminantes internacionales.
La depredación indiscriminada no permite la reproducción adecuada del cardumen que abastecería adecuadamente a los pescadores locales.

Las estadísticas explican la dinámica pesquera mundial. Los 20 estados más ricos pescan el 82% del total de los recursos marinos existentes, mientras que 120 países subdesarrollados se reparten el 18% que queda. La superficie marina abarca el 71% del territorio planetario, y las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) ocupan el 35% de los mares. Del total de las ZEE , 6 estados explotan el 40%: EEUU (9%), Australia (6.9%), Indonesia (7%), Nueva Zelanda (6%), Rusia (5,6%) y Canadá (5,5%). Otro 10% de las ZEE son operadas por 29 países, y 85 estados se movilizan sobre el 50% restante.
No son sólo cifras.



En este marco desfavorable la pesca artesanal se niega a morir. Resiste como una actividad que representa el sustento de numerosas familias. Cada madrugada, docenas de barcas doradas se dibujan en el horizonte marplatense para reconstruir su pequeño universo cotidiano.


Los pescadores, como los pescados, no tienen vida fuera del mar.