De manos y de palabras

En los valles de las sierras cordobesas, entre Villa Giardino y San Marcos Sierra, se están fortaleciendo actividades que se inscriben entre los nuevos emprendimientos nacionales de economía social, cuyos propósitos básicos se amparan en las actividades comunitarias que colocan la solidaridad por centro.


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Las ruecas y los hilados agrupan a numerosas mujeres de la región, que han canalizado mediante el ancestral oficio de los tejidos artesanales la posibilidad de romper el aislamiento y la falta de trabajo. Juntas integran De Manos y de Palabras, un proyecto que conforma una novedosa cadena productiva y se funda en un comportamiento que quiebra el circuito de los negocios convencionales. El nombre del grupo alude al entrañable vínculo que las une: un emprendimiento basado en la cooperación, el trabajo manual artesanal, la relación de ayuda mutua y el compromiso fundado en la palabra.

El propósito básico es generar trabajo a partir de la reconstitución de la actividad textil, profundamente arraigada en la zona. La producción de fibras textiles, hilados y ropa artesanal es fomentada a partir de conductas de organización que, sin relegar los resultados económicos, tienen como base la ayuda mutua. Esto permite generar nuevos puestos de trabajo a partir de actividades productivas domésticas y brinda a numerosas familias la posibilidad de obtener mejores ingresos.



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Esta red de hilanderas y tejedoras nació por demanda de las artesanas, y tomó fuerza como parte de una innovadora propuesta impulsada hace tres años desde el área de extensión en economía social del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), destinada a cubrir necesidades laborales en una zona poco industrializada y con un mercado laboral restringido. El proyecto estimula la organización social de unidades productivas familiares de subsistencia y facilita los procesos de producción sociocomunitarios.
Este plan representa una ruptura respecto de las condiciones anteriores de trabajo. No sólo agrupa a las artesanas con un fin solidario y colectivo, sino que también permite a las tejedoras obtener insumos de mayor calidad.

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Antes de comenzar la iniciativa, la red giraba en torno del vellón de lana y estaba formada por el pequeño productor y el artesano textil, que tejía a mano materia prima de baja calidad. Ahora el INTI compra lana de mejor calidad a una productora lanera y la distribuye a los distintos grupos articulados al proyecto, que actualmente son diez y tienen un promedio de cinco integrantes cada uno.

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El sistema está conformado por una cadena de trabajadores cuyos eslabones son productores primarios, hilanderos, tejedores, comercializadores y técnicos, unidos por un pacto social voluntario que toma a la palabra como principal valor y que se expresa en el cumplimiento de los compromisos productivos, comerciales y financieros.
La red se sostiene a través de préstamos que consisten en la entrega de materia prima o producto elaborado, y las devoluciones se efectúan en dinero. Los préstamos son entregados a un miembro de cada grupo, quien distribuye los insumos o productos a los demás integrantes. La devolución de los préstamos permite sostener los fondos rotatorios del banco general, para que otros miembros puedan beneficiarse del mismo sistema.

Los bancos comunitarios de insumos son administrados en forma democrática y su accionar permite la generación de vínculos solidarios entre sus miembros, quienes dirimen al interior de cada grupo sus propios mecanismos de organización, representación y liderazgo.

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Con el fin de elevar los ingresos y promover una distribución justa de la renta del proceso productivo, los pequeños productores acordaron normas de calidad y producción, idearon mercados, financiaron y organizaron un mejor abastecimiento de la lana local, promovieron la especialización de los artículos, la distribución de las unidades, el establecimiento de un precio justo para los productos y una mejora en el valor de la hora de trabajo artesanal.
Las producciones artesanales se venden en ferias, boutiques de la región y por Internet. Últimamente también se están poniendo en marcha pruebas piloto para comercializar en conjunto, sobre la base de una lista de precios uniformes que permite coordinar la producción individual.

En 2005, el proyecto ha sido elegido, entre otras 157 propuestas de América latina y el Caribe presentadas en el Premio Medellín, como una de las mejores 17 prácticas desarrolladas en el continente.
Junto a los técnicos del INTA, existen intentos de transferir esta metodología productiva hacia las provincias de Entre Ríos, el Mercado de La Estepa y la provincia de Buenos Aires.
Esta propuesta es una alternativa económica que devuelve protagonismo a un oficio ancestral y se vincula simbólicamente a otros emprendimientos que reivindican el espíritu textil de los valles cordobeses.