Browning for Patagones

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En septiembre de 2004, la escuela polimodal Malvinas Argentinas de la ciudad de Carmen de Patagones fue el escenario del más grave hecho de violencia ocurrido en la historia escolar argentina.
Un chico de 15 años conocido como Junior, llevó entre sus ropas un arma Browning 9 milímetros, perteneciente a su padre, un suboficial de la Prefectura Naval.
Luego de ser izada la bandera en el patio, el alumno esperó a que todos sus compañeros entraran al aula. Después se paró cerca de la puerta y mientras los chicos esperaban la llegada del profesor disparó trece veces contra todos ellos. En medio del pánico, los gritos y la desesperación, algunos se tiraron al piso y otros intentaron huir. Tres alumnos resultaron muertos y otros cinco fueron heridos.
Junior intentó recargar el arma y seguir disparando, pero algunos compañeros se lo impidieron. En estado de shock, comenzó a caminar hacia la salida, donde finalmente lo encontraron llorando y lo detuvieron sin que ofrezca resistencia.

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Por la noche, la ciudad se despidió de las víctimas en un multitudinario velatorio organizado en el estadio Trípodi del club Atenas, donde los vecinos lloraron con desgarro el amargo sabor del futuro interrumpido.
Ante este complejo suceso, sin precedentes en la Argentina, el país que ha naturalizado la desigualdad, desampara a sus adolescentes y tolera múltiples formas de violencia silenciosa, salió a buscar culpables.
El país que vive entre rejas y marginados que hurgan la basura, creyó encontrar en un acto individual y desesperado la causa de toda la tragedia.

Hoy en día, la entrada de la escuela exhibe los nombres de las víctimas de aquella jornada. Son los nombres de los alumnos muertos. Entre las víctimas no se cuenta a Junior. Él está internado en un instituto de máxima seguridad, a 900 kilómeros de distancia.













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