No a la mina - Esquel

La localidad de Esquel es una ciudad patagónica ubicada al noroeste de la provincia de Chubut, en un valle de excelentes cualidades para los cultivos, enclavado a 560 metros sobre el nivel del mar. Descansa sobre las márgenes del arroyo Esquel, y está envuelta entre diversos cerros que alcanzan los 2000 metros de altura y le otorgan un agradable ambiente cordillerano.
Su fundación data de 1906 y está asociada a la colonización galesa del valle 16 de Octubre, cuyos habitantes comenzaron a arribar al territorio a partir de 1865.La ciudad es cabecera del departamento de Futaleufú y alberga a alrededor de 32.000 personas. Su actividad principal es el turismo, y las atracciones más visitadas son el Parque Nacional Los Alerces, el centro de Esquí La Hoya, el antiguo tren a vapor conocido como La Trochita, la laguna La Zeta y el cañadón Borquez.
Desde 2002, la población de Esquel resiste la instalación de una mina de oro a cielo abierto que amenaza la conservación del medioambiente y la salud de todos los habitantes.La mina se llama El Desquite. Se encuentra a siete kilómetros de la ciudad, y para extraer los recursos que alberga deben utilizarse peligrosas sustancias tóxicas que contaminarían las aguas de toda la localidad.

En 2002, una empresa aurífera multinacional de origen canadiense-estadounidense llamada Meridian Gold, compró el depósito de oro a Bancote Holdings, de Gran Bretaña, y se propuso explotar las reservas auríferas existentes bajo los suelos de Esquel, asegurando el mínimo impacto ambiental tras presentar un sospechoso informe. La coyuntura internacional auguraba a la empresa una situación ideal: el oro estaba bien cotizado en el mercado mundial, y Argentina necesitaba atraer inversiones luego de experimentar un grave colapso económico.
La compañía prometió llevar el progreso y el desarrollo a la región mediante el aporte de moderna infraestructura y la entrega de numerosos puestos de trabajo. Pero los vecinos, luego de atravesar la experiencia de los ’90, en la que diversas multinacionales se llevaron los recursos nacionales y monopolizaron los servicios públicos, conocían los resultados de aquellas panaceas: estancamiento, desempleo, deudas y enriquecimiento ilícito de los funcionarios que permiten los negociados.
Desconfiados del futuro que traerían los nuevos capitales, se convocaron en asamblea y comenzaron a investigar el impacto ambiental que generaría el proyecto. Luego de determinar la peligrosidad que acarrearía para el entorno el uso diario de más de dos toneladas y media de cianuro, empezaron a repudiar las intenciones de una empresa que vendría a envenenar el suelo y el agua, la tierra y los bosques.
Comenzaron a manifestarse pacíficamente en contra del emprendimiento minero, y mediante la continuidad de las protestas consiguieron que el intendente de la ciudad llamara a un plebiscito a través del cual la población podría decidir por el sí o por el no a la mina.

Las características del proyecto
El depósito de oro existente en la región contiene un valor que ronda los mil millones de dólares. Pero para extraer esa suma hace falta poner en marcha una mina a cielo abierto que requiere cavar un gigantesco hoyo de 2.000 metros de largo por 200 metros de profundidad. Para abrir este inmenso cráter, se deberán destruir 70 hectáreas de bosque de especies naturales (lenga y otros), que actualmente ayudan en el ciclo del agua afectando el curso de los ríos y constituyen el refugio de numerosos animales y plantas.En este hueco operarían las enormes maquinarias encargadas de extraer las rocas en estado bruto, las cuales pasarían a una planta de tratamiento instalada en el lugar y que debe utilizar cianuro para separar el oro, y arsénico para separar la plata.
Adicionalmente, el proceso requiere soda cáustica, óxido de plomo y ácido clorhídrico. Los residuos químicos del proceso serían abandonados en un sitio denominado la escombrera, ubicado en la misma zona donde se desarrollará el proyecto. Las lluvias lavarán los ácidos y los metales pesados, con elevado riesgo de que se produzcan drenajes ácidos altamente contaminantes que acabarían con la pureza de napas, arroyos y lagunas.
El proyecto demandaría a su vez una cantidad excesiva de agua por día, que llevaría a la escasez, al aumento de precio y a mayores dificultades para obtener este recurso vital.
Las explosiones generarían problemas adicionales, ya que crearían nubes tóxicas que afectarían la calidad del aire y dificultarían la respiración de los habitantes, con las consecuentes patologías respiratorias que el fenómeno acarrearía.
La apertura de esta clase de minas se ha prohibido en algunas regiones de los Estados Unidos y serían rechazadas en cualquier país de la Unión Europea.
Adicionalmente, los vecinos denuncian que la empresa no pagará impuestos durante los primeros cinco años, y afirman también que el gobierno terminará pagando más en devoluciones a la exportación que lo que recibirá finalmente por los derechos mineros. De este modo, el proyecto minero se transformaría en otro deplorable y funesto negocio para el país.
Por último, si tras el cierre de la mina comienzan a existir derrames en el sitio, es probable que la propia comunidad deba asumir los gastos de limpieza.

La votación
Para granjearse la simpatía de la población, la multinacional minera organizó asados, repartió zapatillas y ofreció numerosos regalos. La gente asistió a los agasajos, aceptó las zapatillas y se llevó los regalos.
La votación se realizó en marzo de 2004 y obtuvo una cifra de presentismo pocas veces alcanzada. Votó el 75% de la gente, y el "No a la mina" arrasó con más del 80% de los votos y el proyecto debió interrumpirse.



(Continuará...)