Países y naciones

Nuestros países no son naciones. Son apenas eso: países, territorios en los que gobierna un Estado al interior de sus límites. Para ser naciones les falta ser históricamente verdaderas.
Las naciones son sociedades que no necesitan territorios limitados, porque son pueblos que se reconocen en sus semejantes, porque se saben parte de un pasado común que los fortalece, porque se sienten parte de una cultura que los identifica y porque cada uno de sus miembros se sienten integrados por el solo hecho de nacer en ella. No pasa esto en los países latinoamericanos, que se han conformado a partir de matanzas y saqueos.
Argentina, por ejemplo, se ha levantado sobre cinco genocidios: el indígena, el negro, el obrero de principios de siglo, los 30.000 desaparecidos de la dictadura, y los actuales muertos de hambre que son desaparecidos sociales (sin techo, sin trabajo y sin comida, abandonados a la vera del camino). Entonces, al ver esas partes no reconocidas, no asumidas, no integradas, nos preguntamos qué tipo de espectáculo es la historia.

Nos han contado la historia, no el pasado. Es importante saber reconocer la diferencia. La historia es una construcción social, un espacio de debate construido por seres humanos, un campo de batalla en donde existen intereses en pugna. El pasado es lo que realmente sucedió.

Es así que un Estado, en su necesidad de legitimarse, inventa un pasado que lo justifique y erige símbolos mediante los cuales se representa. Impone un discurso de patria, de bandera, escarapela, escudo nacional; y nos habla de Belgrano, de Sarmiento, de San Martín, del Cabildo, de gauchos… de un montón de cosas estereotipadas y acartonadas, y nos niega la presencia de los verdaderos actores históricos, de todas aquellas personas de carne y hueso que perdieron todo en el proceso de conformación de dichos Estados, de dichos países y durante la consolidación de las clases que manejaron esos procesos.

En América, como en África, las fronteras de los países nada tienen que ver con las naciones que allí vivieron desde hace cientos de años. Es el caso de los guaraníes, que quedaron divididos en cinco países de América del Sur; es el caso de los shuar y los ashuar, que quedaron a uno y otro lado de la frontera ecuatoriana y peruana. Ellos se saben muy anteriores a los Estados.