Agradecimientos

Porque la gente y los caminos están hechos el uno para el otro...
¿Para qué otra cosa sirven los caminos si no es para encontrarse?
Nada serían los viajes sin la gente
y nada sería la gente sin caminos que la viajen.
¿De qué sirve un camino que no lleva hacia otra gente?

Para todas aquellas personas que hicieron posibles nuestros caminos,
para todos aquellos caminos que hicieron posibles a nuestras personas,
aquí van nuestras gratitudes



Adriana da Ronco y Carlos, Julián y Guadalupe, de Merlo, San Luis.
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Adriano Prandi y su compañera Marcela Lescano; a Mariana y Ernesto, de Buenos Aires. Por vivir ese otro mundo posible.
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Agnes, de Francia. Por los días en Quito, Ecuador.

Agustín Vidal, del Instituto Fueguino de Turismo (INFUETUR), Río Grande, Tierra del Fuego. Por llevarnos de Río Grande a San Sebastián.

Albert Camus, de Francia. Por consagrar su corazón a la tierra grave y doliente, con toda su carga de fatalidad. Y por ligarse a ella con un lazo mortal, sin despreciar ninguno de sus enigmas.

Albert y Jordy, arqueólogos de Barcelona, España. Por los días en la isla de Amantaní, lago Titicaca peruano.


Alberto Flores e Inés Velasco, de Buenos Aires. Por el asesoramiento meteorológico.

Alcides, de Puno, Perú. Por la buena onda y el alojamiento.

Alejandra Do Couto Ribeiro. Por el encuentro en la ciudad de Salta.

Alejandra Pizarnik. Por haber bailado desnuda entre los huesos de la niebla.

Alejandro Oliva, director de teatro, de Buenos Aires. Por demostrarle a los pibes que crecer no es adaptarse.

Alfredo y Astrid, de Mar del Plata y Bogotá. Por los días en Bogotá, las soberbias empanadas y las alegres tardes que pasamos en Chapinero. Y por los días de aquel invierno cálido en la ciudad de Mar del Plata.

Alicia Montagnini, Villa Giardino, Córdoba. Por esas madrugadas con más charlas que estrellas.


Álvaro, camionero de Santiago de Chile. Por llevarnos desde San Pedro de Atacama hasta Foz do Iguazú y por los días que vivimos en el trayecto.

Anahí Collet, de Resistencia, Chaco. Por custodiar el fuego, y su implacable afán por develar los misterios del universo.
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....Botis Cromático

Antonin Artaud, de Francia. Porque no aceptó de ningún modo entrar en la casa del verdugo.

Atilio Ramírez, de Ituzaingó, Corrientes.

Bárbara Gómez, del Instituto Distrital de Cultura y Turismo de Bogotá, y Editorial Siglo del Hombre, Colombia. Por la confianza.

Bárbara Piuma, fotógrafa de Buenos Aires, por sus nervios de acero y capacidad docente.

Beatriz Cabot, fotógrafa documentalista, Buenos Aires, Argentina. Por su compromiso.

Berta, de Jesús María. Por los asados y la hospitalidad.
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Bruno Molina, de Pátzcuaro, México. Por abrir las puertas y los caminos a toda esa mágica región en la que vive. Por la Noche de Muertos en TzinTzunTzan, y por Zihuatanejo, antes de morir.

Burbuja Analía Piedrabuena, de Buenos Aires. Por el gorro superpoderoso.

Cachito y Claudio, superhéroes que nos compartieron los poderes

Cámping Piedra Mala, del lago Paimún, Parque Nacional Lanín, Neuquén. Por prestarnos la cabañita el día de la inundación.


Carla y Alexis, de Chile.












Carlitos De Grandis, de Campana, provincia de Buenos Aires. Por recibirnos como si no hubiera pasado el tiempo.


Carlos Andrés Alemandi, de Córdoba, Argentina. Por los días en Chachapoyas (Perú) y en Quito (Ecuador)
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Carmen y Hugo de Rosario. Por las aventuras, los paseos, los amigos, la familia y por hacernos conocer Rosario tan profundamente como nadie podrìa haberlo hecho...
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Chichí y Beto Quintana, de Río Gallegos, Argentina. Por el aguante.
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Chino, Resistencia, Chaco. Por la incontenible magia de la música y el encantamiento de las serpientes.


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Choli, de Paraná y Mendoza. Por hacernos saber que éramos tan amigos.
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CFC (Clasa Fútbol Club). Por copar la tribuna.


Ciro Alegría, de Perú. Por sus obras.

Claudio, del Cámping Paralelo 42, El Bolsón. Por las charlas en los jardines y las historias del bondi.

Clementina Zivano, de Bahía Blanca. Por la musiquita, y por esos días inolvidables en que compartimos tanto.





Consuelo Moisset, de Córdoba capital. Por su ácida ironía y sus cálidos silencios.


A los conductores anónimos que nos sacaron de Lago Roca (Santa Cruz), Puerto Deseado (Santa Cruz), Fitz Roy (Santa Cruz), Puerto Pirámides (Chubut), Amaicha del Valle (Tucumán), Cachi (Salta), Ushuaia (Tierra del Fuego), Parque Luro (La Pampa), y el puente de cruce Ñorquinco de la ruta 23 desde Aluminé (Neuquén).

Dalma Raymundi, de Puerto Iguazú, Misiones. Por el incondicional refugio que brindó a nuestros pasos. Y por haber sido más que el tiempo (y mejor que la memoria).
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Daniel Bucosky, buscavidas de Buenos Aires, Argentina. Por las interminables noches de charla.

Daniel D’amico, músico de Cafayate, Argentina. Por las cervezas, los mates y las palabras.

Daniel Soto Betancourt, de Temuco, Chile. Por los inolvidables días en Victoria y sus inmensos alrededores.
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Darío, camionero de Argentina. Por llevarnos de Puerto Madryn a Viedma.

David, de La Habana. Nuestro hermano en Cuba.











Diego Arbit, escritor de Buenos Aires, Argentina. Por la poética furia de sus palabras. Por haber hecho del asco una fuerza que le permitió descubrir las fuentes.
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Domingo, artesano de Salvador de Bahía, Brasil. Por su alegría.

Don Vieira, pescador, del río Paraná. Por los sabores y las risas, las increíbles historias y los silencios.


Doña Marta, de la pensión de Picunches, Zapala, Neuquén. Por las historias que inventó su memoria.

Edgar, buscavidas del Caquetá, Colombia. Por sus historias.

Eddie, escultor, de Quito, Ecuador. Por los días en Alausí, Ecuador.

Eduardo Avena y su compañera Claudia, de Buenos Aires, por su música y su casa.

Eduardo Galeano, de Montevideo, Uruguay. Por la América que vio.

Edvon, artista plástico de Salvador de Bahía, Brasil. Por el cuadro.

Efraín, de Bogotá. Por la confianza y la buena onda.

El Gringo, de Alto Verde, Santa Fe. Por las mateadas y los atardeceres en el río.


Elsa Kramer, de Gualeguaychú. Por abrirnos las puertas del palacio.


Elvis, del Grand Hotel de Quito, Ecuador. Por los partidos de ping pong que me dejó ganar.

Emilio Schachter, doctor y filósofo de Haedo, Buenos Aires, Argentina. Por los interminables diálogos.

Encuentro de viajeros en Capilla del Monte. Porque todavía no sabemos si fue real.


Eric i Marta, de Barcelona, España. Por los días en El Calafate, Santa Cruz, Argentina. Por el calor de aquella fría noche del recital de León Gieco.

Erwin Guerrero, de Editorial Temis, Bogotá. Por la confianza y la colaboración.

Esteban Falabella, de Palomar y Villa del Parque, Buenos Aires, Argentina. Por existir.
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Eva Romero. Por los años de amistad.

Fabio Lima, de Río de Janeiro, Brazil. Por los días en la Quebrada del Condorito y Mina Clavero.


Facundo Giorda y Lorena Busciglio de Germinal teatro, Corrientes. Por ser nuestro "Padrino" y ofrendarnos a la gran fauna litoraleña.
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Familia Bucarey. Puerto Varas, Chile. Por los días navideños de 2005 y las entrañables historias de María.


Familia Cazeaux, de Trelew, Argentina. Por rescatarnos de las tinieblas.
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Familia Muñoz, de Pinar del Río, Cuba. Vicente, Chacha, Nene, Tito...

 
 
Familia Ochoa. Valdivia, Chile. Por su calidez. Por los locos, las jaivas y los crudos.


Familia Quintana-Do Couto Ribeiro: Analía, Diego, Cecilia, y José; de Neuquén, Argentina. Por hacernos sentir como en casa.
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Familia Taboas: Rocío, Nadia, Violeta, Ana y Vicente; de Esquel, Argentina. Por brindarse y recibirnos.


Federico Castrillón y Marisa Ortiz Rognoni, de Salto, Uruguay. Por hacer que valieran la pena los kilómetros recorridos.


Federico Porrini, de Córdoba capital.

Felicitas, por el incansable apoyo y amor.


Fercho, de Bogotá, Colombia. Por la onda en la casa de Chapinero.

Fernando Flores y Jorgelina da Ronco, Agustín y Francisco, de Villa Luro, Buenos Aires, Argentina.

....Fierita, Walter y Barba

Filipo, de Italia. Por los días en Quito, Ecuador.

Fiodor Dostoievski, de Rusia. Por el mundo que supo crear.

Flavia Rodríguez, Buenos Aires. Por las interminables mateadas en Ciudadela.

Flavia Vantuyne, de Rosario, Argentina. Por transformarse de la noche a la mañana en una amiga de toda la vida.


Florencia Carrere, del Barrio Nuñez, Buenos Aires. Por los años de juegos y secretos.

Fráncesc Sánchez, de Barcelona, España. Por sus palabras, que viajan y viajan.

Franz Kafka, de Praga, República Checa. Por no esconder la palabra y vivir con el alma descubierta.

Friedrich Nietzsche, de Alemania. Por sus días y noches en este planeta.

Gabriel Tito, viajero, músico y psicólogo de Buenos Aires-EEUU-México. Por los días en Mérida (Venezuela), Boa Vista, Manaos (Brasil) y Buenos Aires.
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Gabriela Muollo, de San Martín y Villa del Parque, Buenos Aires, Argentina. Por ser así, nomás.


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Gabrielle, de Queensland, Australia, y Walter, de La Boca, Argentina. Por los días en la Isla del Sol (Bolivia) y en Cuzco (Perú). Por las partidas de pool con el player of the distance.
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Gaby y Luisa, de Río de Janeiro. Por ofrendar el calor en esa fría noche de Muertos en Tzin Tzun Tzan.










Germán Salazar. Por las caricaturas y los días en Quito, Ecuador.


Gerónimo Rodríguez, de la comunidad toba de Fortín Lavalle, Chaco. Por esas palabras...


Graciela de Grandis. Por anotarme en la escuela primaria.

Gregorio Segundo, de Resistencia, Chaco. Por los conciertos de nvique.


Guillermo, camionero de Argentina. Por llevarnos de Puerto San Julián a Caleta Olivia. Y por la tonelada de pelones.

Gustavo Flores, de Haedo, Buenos Aires, Argentina. Por cuidarnos a la gata.
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Gustavo Garrido, de Puerto Deseado. Por recibirnos en su casa. Por los apuntes de Noam Chomsky.

Gustavo Lagoria, docente de Santa María, Catamarca. Por llevarnos de aquí para allá. Por su inagotable amabilidad.
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Gustavo Lippi, de Haedo, Buenos Aires. Por los encuentros, pocos pero intensos.


Gustavo Trabaglia, fotógrafo. Por alentarme a pulverizar los ojos.

Hannes y Wiebke, de Alemania. Por los días en Quito, Ecuador.

Héctor Flores, por el apoyo logístico.
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Héctor Recalde de Editorial Aula Taller, historiador, Buenos Aires, Argentina.

Hernán, camionero de Argentina. Por llevarnos de Río Gallegos a Ushuaia.

Hernán Sánchez y Analia de Santis. Por su inagotable hospitalidad.


Horacio Baigorri, de Buenos Aires. Por los mates cocidos en el altillo.

Hospitality Club de Rosario: arauca, ladani, virsur, marantu, chedaniel, claudinaviolin, lorenap, aargentino, evelinahernandez, ezetibaldo, babishe, javierjolivet, gboero, noborders y lerina. Por el tsunami de encuentros y mateadas y asados y reuniones y diálogos interminables.mmmmmmmmm
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Horacio Quintana. Por la música y la pasión.


Hugo Montero, Walter Marini, Ignacio Portela, Germán Amato, Jaime Galeano, Agustín Comas y todo el equipo de revista Sudestada. Por abrirnos las puertas a uno de los proyectos culturales más interesantes de nuestro país.



Inés, de Alemania. Por los días en Quito, Ecuador.


A los Intergalácticos. Por conformar uno de los grupos más lindos de todos los tiempos. Kohay, Cleo, Carla, Alexis, Bruno y José Juan.








Jean Pierre, Emanuel y Jerome, de París, Francia. Por los días en Potosí y Coroico, Bolivia.

Jorge Collet y Mabel, de Castelli, Chaco. Por la energìa, la alegrìa y los lazos en el Impenetrable chaqueño.


Jorge Francisco López, el auténtico Mariachi Loco, de Dolavon, Chubut. Por recibirnos como invitados de lujo. Y por la torta de manzana en aquel anochecer del boulevard.
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Jorge Garrido, Donga y Bochi. Por los días en Comodoro Rivadavia, Argentina.
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Jorge Rodriguez, de Fortín Lavalle, Chaco. Por la maravillosa música de su mbique.


Jorge Sanginés, cineasta boliviano. Por mostrarnos a Bolivia tan profundamente.

José Juncosa, de Editorial Abya Yala, Quito, Ecuador. Por abrirnos un camino.

José María Arguedas, de Andahuaylas, Perú. Por sus obras.

Juan Carlos Alburquerque, de Las Vivianas, México.

Juan Carlos Longhi. Por su incansable lucha.

Juan José López Puccio, Luz Pacha y Karina, de Rosario.
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Juan Priotti, de la ciudad de Córdoba.

Juan Sardi, de Mar del Plata, Argentina. Por su calidez.


Julieta Pulga García, de Buenos Aires. Por haber tejido con sus hilos inolvidables recuerdos.

Julio, de Tapachula, México. Por los días en Quito, Ecuador.

Julio Rojas, de Ramos Mejía, Buenos Aires, Argentina. Por su amistad.
Tu alma que no supo de refugios abandonó su cuerpo a la intemperie.

Kaira Díaz, de Montevideo, Uruguay. Por las risas, las charlas y las películas.
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Kohay, de Tijuana, México. Por ser parte de aquellos días que nos multiplicaron.

La Banda de La Boca. Por el aguante de siempre. Heidi, Pamela, Romina, Héctor, Tino, el Mono, el Negro, Walter, Juancito, el Duende, Martín, Emi, Maxi, el Chango, Marcos, Ernesto y el negro Emi.












La cuerda Floja ( Ale, Nito, Anibal, Ariel, Norberto, Mauri, Paula) de Resistencia, Chaco. Por el encuentro.
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La Tere, de Ciudad de México.

Laura y Sol, de Mallín Ahogado. Por Tierra y Dignidad.
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Leo Lorenzo, Fortín Lavalle, Chaco. Por el horcón y esa manera poética de enseñarnos el mundo.
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León Gieco, Argentina. Por la música.

Luciano Soligo. Por el exagerado encuentro que nos pegamos en la ciudad de Rosario, Argentina.
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Leslie Locket, de Resistencia, Chaco. Por sus divertidas ocurrencias y su incontenible energía.



Lianne, de Santiago de Cuba.

Lorena, de Colonia Valdense, Uruguay. Por las charlas y los tere en Castelli y Bermejito.
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Luciana Bonamino...

Luciana, Milton y Nahuel. Por los días en Playa del Carmen, el campamento gitano y aquellos atardeceres indestructibles.


Luis Acosta de Saenz Peña, Chaco. Por las interminables charlas y explicaciones sobre un mundo desconocido.


Luis, del Grand Hotel, de Quito, Ecuador. Por la atención.

Al Maestro, de Perú, que alegró junto a sus perras y su piano nuestra noche de Año Nuevo en el Hotel Italia, de La Paz.

Mabel Triviño, de Córdoba capital. Por la gelatina y las fotos del paraiso!


Machuca, de Misiones, y la gente del Centro de Afectados (por Yacyretá). Porque detrás de todo acto de destrucción, siempre asoma, tarde o temprano, un acto de creación.

Maia Berkunsky, de Tandil, Argentina. Por su hospitalidad.

Marco Di Giano, de Olavarría, Buenos Aires, Argentina. Por su alegría.


Maradona (alias) de Dock Sud, Buenos Aires. Por su apoyo y su lucha.


....Marcelo, de Famatina, La Rioja... por remontarnos allá arriba.

Margarita Arboleda Franco, de Colombia.

María del Rosario Aguilar, de Editorial Norma, Bogotá, Colombia. Por su apertura y su confianza.

María Helena Granada, de Cali, Colombia. Por sus bellas palabras, que viajan con América a cuestas.


María y Juan, de Barcelona. Por llevar el sol hasta el lago Paimún.
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Mariano Flores y su compañera Laura, de Bariloche, Argentina. Por darnos todo lo que tuvieron a su alcance.




Mario y Ofelia, por las risas y los solos de trompeta.

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Marisa Matienzo, de Posadas, Misiones.

Matías Bracco, Juan Manuel Domínguez, Iván, Colo y Manano, de Rosario. Por las históricas guitarreadas y los inolvidables asados.



Maud, de Taller Utama, Cafayate, Argentina. Por su recibimiento y por las mateadas en el laguito de Cafayate.


Mauro Millán, Esquel, Argentina. Por esa manera tan clara.

Maxi Giani, de Buenos Aires. Por esos encuentros esporádicos, que tanto valen la pena.

Melisa Iranzo, de Buenos Aires. Porque los adolescentes no han perdido el misticismo.

Miguel, camionero de Argentina. Por llevarnos de Comodoro Rivadavia a Trelew.

Miriam y Fernando, de Mallín Ahogado, Argentina. Por la cena en Tierra y Dignidad.

Movimiento Campesino de Cruz del Eje, Córdoba. Juan, Neja, Vero, Chichi y Marta Rivero.


Murga joven "En Dos Panes", de Montevideo, Uruguay. Por las charlas después del ensayo.
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Nacho y Naiara...













Nayade y Adonis, de La Habana, Cuba.

Nancy Robles Ñata y Haziel, de Cruz del Eje, Córdoba. Por su increible solidaridad.
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Natalia Martínez y su compañero Roy, de San Fernando. Por el encuentro que nos debíamos.

Natalia Stradella, por la pata de conejo.

Natay Collet, de Castelli, Chaco. Por su encantadora insolencia.


Negro Ramírez, Claudia y Maia, de Resistencia, Chaco. Por la mùsica y los globos.


Nicolás Morales, del Grand Hotel de Quito, Ecuador. Por su trato y disponibilidad.

Norberto Faunicio Tereso del Prado, de Resistencia, Chaco. Por los delirios cósmicos y el fuego.
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Omar, camionero de Argentina. Por llevarnos de Comodoro Rivadavia a Río Gallegos.

Oscar Bonilla, de la Casa de la Cultura de Quito, Ecuador. Por su recibimiento y su disponibilidad.

Oscar, Lilia (s) y Melisa, de Santa Clara, Cuba. Por ese refugio a prueba de distancias.













Osvaldo Clavijo, de Uruguay. Por las sobremesas y la calidez en el búnquer de Montevideo. (En la foto, de pie a la derecha)


Pablo Aguirre, de Buenos Aires. Por el camino. Por el aguante y los siglos de amistad.


Pablo Cuello, de Córdoba capital.
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Pablo Mazza, de Santa Fe; Sebastián Zelaya, de Santo Tomé; y Lucas Mo, de Bandera. Por los asados, las mesas y las charlas en Sunchales.

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Pablo Sepúlveda, de Pared Sur Expediciones, Santiago de Chile. Por llevarnos de Sarmiento (Chubut) a Rada Tilly.

Pancha Sourrouille y Tito, de Burzaco, Buenos Aires, Argentina. Por la alegría.
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Patricia Francis, de San Andrés y Bogotá, Colombia. Por su confianza y colaboración.

Patricia Guastavino, de Paraná, Entre Ríos. Porque no es el tiempo sino la intensidad...


Paula Nievas, de Buenos Aires. Porque no hay peor riesgo que estar seguro.

Pedro Sosnitsky, de Productora PS Films, Bogotá, Colombia. Por abrirnos las puertas.

Pichicho, músico y constructor de cajones peruanos de El Carmen, Perú. Por su disponibilidad y recibimiento, por el libro de Caitro Soto.

Pellucchi, mitad payaso, mitad médico. Por llevar el arcoiris al exacto centro de las tinieblas.
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Quintín Quintana, etnomusicólogo, Buenos Aires, Argentina, por ser y estar.


Radio comunitaria FM Che, de Junín de los Andes, Neuquén, Argentina.

Rafael Pastorino, de Ushuaia, Argentina. Por alojarnos. Por su inagotable juventud y curiosidad.
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Ramón, empleado municipal de Aluminé, Neuquén. Por llevarnos de Aluminé hasta el cruce Ñorquinco.

Raúl Ambrosetti, de Barriletes a Toda Costa, de Palermo, Buenos Aires, Argentina.

Raúl Molina Gómez, del zoológico de muñecos, Pereira, Colombia. Por los días en Quito (Ecuador), en Cali, Buenaventura, Pereira (Colombia), y Buenos Aires (Argentina).

Renán, de la Casa de la Cultura de Cuenca, Ecuador. Por su disposición.

René, camionero de Río Turbio, Argentina. Por llevarnos de Comandante Luis Piedra Buena a Puerto San Julián.

Revista Número, Bogotá, Colombia.

Roberto, de Cuernavaca, México.

Roberto Arlt, escritor y periodista de Buenos Aires, Argentina. Por sus obras.

Roberto y Virginia, de José C. Paz, Buenos Aires, Argentina. Por los días en el camping de Bahía Cañicul, lago Huechulafquen, Neuquén, Argentina.


Robezo Tena de Asturias, España. Por sus palabras.


Rodrigo Merola, de Buenos Aires. Por los años de amistad.

Rubén Luis García, fotógrafo, amigo, Buenos Aires, Argentina. Por las alentadoras charlas.

Rulo, arriero de Famatina, La Rioja. Por la más grande cabalgata que hicimos jamás.

Ruso, de La Reja; Tucu, de Tucumán; e Iva, de Buenos Aires. Por los descontrolados anocheceres en Destino Sur, Bariloche.


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Savino Pozzo, por los días en El Bolsón y las eternas mateadas en Santa Fe. Y por esos silencios, que tan bien nos hacen.
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Sebastián Carapezza, de Revista Al Margen, de Bariloche, Río Negro, Argentina.

Agrupación Semillas al Viento, de Isidro Casanova. Por su maravillosa poesía ambiental.

Silvia Pereyra, de Luján, Buenos Aires, Argentina. Por el paseo, las charlas y el fin de semana que pasamos en su ciudad.

Soledad, de Buenos Aires, y Manex, del País Vasco. Por los días en Quito, Ecuador.

Soledad Suárez, de Diamante, Entre Ríos, y su infinito clan familiar.
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Susana, Sebastián, Camila y Bernabé, de Resistencia y Mar del Plata. Por la alegría.


Tairis, de Santiago de Cuba, y Eric, de Alemania.

Tiki Marchessini, de Posadas, Misiones.

Tito, de Pinar del Río, Cuba.













Todd, de Nueva York, Estados Unidos y Suzzy, de Manchester, Inglaterra. Por los días en Quito, Ecuador; y el campamento en Cuicocha.
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Tomás Astelarra, incubador de caminos.

Tucu Leandro Bulacio, músico de Buenos Aires. Por los días y las noches de amistad.
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UCATRAS, Unión Campesina de Traslasierra, Córdoba. Rosario, Alejandra, Anita, Julieta, Pablo, José Luis, Chelo, César, Colo, Myriam, Roque, Benjamín, Santiago, Jorge, Pirina y los cientos de Integrantes más que luchan cada día
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Valeria Dorín, de Buenos Aires.




















Vered, de Israel. Por los días en Cartagena y Santa Marta, Colombia.

Verónica, de Guayaquil, Ecuador. Por esa semana infinita en la ciudad de La Habana.




..Verónica Dorín, de Buenos Aires.

Victoria García Arias, de Buenos Aires, Argentina. Por las tardes recuperadas del exacto centro del olvido.


Vincent Van Gogh, pintor de Holanda. Por resistir como una fortaleza sitiada, dispuesta a no capitular.
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Vittorio y Armando, de Italia. Por los días en Quito, Ecuador.

Viviana Kalisziuk, de Buenos Aires, Argentina. Por su amistad.

...Viviana Vázquez. Por los abrazos, que siempre vuelven.

Walter (Gopol) Lamas, de Jujuy-Buenos Aires.

Walter Martínez, de Resistencia, Chaco. Por las andadas, las charlas, y las risas... por el fenyuí positivo y las hermosas pavadas que nos dieron sentido.


Xavier Molins y su compañera Carme, de Barcelona, España. Por su humildad y sus correos.

Yamila Naddeo, de Buenos Aires-El Bolsón. Porque la búsqueda es más importante que el miedo.


Yeray Castro, de revista Alifa (Motril, Granada, España). Por integrarnos a su interesante iniciativa y por enviarnos esa linda sorpresa.

Yuan, de Taiwán.

Zambayonny, por la banda de sonido. Y por viajar con, y a través, de nosotros.

A los perros

Yaco (El Hoyo, Chubut)


Rocky (Cachi, Salta)

Kafka (Santa María, Catamarca)

Muchacho (Humahuaca, Jujuy)
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Flaco, Colita, Chuleta y Señora de la Sala 88.
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Beluchi (Buenos Aires)


Y a los gatos

Julio, por guiarnos en las sierras cordobesas.


Y a Julia, por las cosquillas en los pies.