Los nombres que quedaron

En la historia oficial, el pasado fue como los poderosos quieren que sea, es decir un cuento que legitime su poder y sus privilegios. Estos sectores disponen de la obsecuencia de una numerosa pandilla de funcionarios e intelectuales que inventan la memoria e improvisan despiadados enemigos para infundir en la población un patriotismo que sólo benefició a unos pocos. Estos grupos privilegiados no sólo cuentan con mecanismos concretos de represión y dominio. También manejan herramientas simbólicas mediante las cuales se proponen inventar nuestra identidad y fabricarnos un pasado capaz de imponernos una historia de acuerdo a sus propósitos y necesidades.
En este marco, los nombres que reciben las plazas, las calles y avenidas del espacio público que transitamos cotidianamente, los accidentes geográficos y las formaciones naturales como ciertos lagos o ríos, se inscriben en una pugna por la apropiación de la identidad y la historia, las raíces, la cultura y la memoria. A través de la apropiación nominal de esos espacios, el poder intenta reconstruir el pasado para imponer un ridículo imaginario que naturalice su dominio.
En la mayoría de las ocasiones, dichos espacios invocan apellidos funcionales a las oligarquías de turno y ponderan a sus secuaces, para moldear nuestra percepción del país y crear un imaginario colectivo de que venimos del sacrificio de ciertos doctores y hacendados, militares y burócratas que hicieron posible el suelo que habitamos. Diputados y senadores, escribas y leguleyos, militares y hacendados... nombres de personajes que el Estado necesita rescatar para construir un ridículo imaginario nacional de gloria y heroísmo, para cristalizar un pasado que pretende ser común a todos y para darnos una identidad como país, para reivindicar a los supuestos próceres que hicieron posible la supuestamente virtuosa construcción de nuestra nación. De este modo, el espacio público se traduce en una lectura del génesis del poder establecido, para que creamos que venimos de él, que él nos trajo al mundo y que somos brote de su rama, como si se tratara de un padre abnegado que ha luchado heroicamente por la prosperidad y el bienestar de todos nosotros.

La consolidación del Estado se produjo en desmedro de numerosos sectores sociales que fueron eliminados en el proceso de unificación nacional y cristalización institucional, porque en su proceso formativo el Estado necesitaba reprimir otras manifestaciones sociales, culturales e ideológicas, y eliminar propuestas alternativas que competían con el proyecto de nación vinculado a sus intereses políticos y económicos al servicio de las oligarquías. Así es que los sectores indígenas, los afroargentinos y los campesinos fueron borrados de la historia, relegados a la desaparición y al olvido.
La resignificación del espacio público es una manera de educar a la población y enseñarle la historia que debe ser visible, es un modo de adoctrinarla en la naturalización del genocidio y las matanzas, en la apropiación del territorio y la eliminación de grupos minoritarios, para decretar de esta forma la indiferencia y el olvido hacia quienes no merecen ser parte del país, porque no encajan ni encajaron en los ideales de los sectores dominantes ni eran funcionales a sus propósitos.
¿Acaso hay calles que recuerden nombres de gauchos o de negros, de indígenas o de alguna otra persona que haya pertenecido a los sectores que quedaron en el camino durante la construcción de esta supuestamente gloriosa y homogénea nación argentina?
Ellos son importantes actores sociales que han dejado profundas huellas en la conformación de nuestra cultura, música, literatura, lenguaje... ¿Y dónde están? ¿Quién los recuerda? La historia oficial los desaparece tras el mito civilizador de la Argentina blanca, occidental y europeizada. Si aparecen, lo hacen como un mero pintoresquismo, en alguna remota cortada (vaya metáfora) o en una calle periférica, como una travesura progre de algún intendente trasnochado.
De este modo, el lenguaje no sólo constituye una interpretación de la realidad, sino que también es transformador de la conciencia. Aquellos nombres que utilizamos para definir lo que nos rodea, moldean nuestra percepción del mundo que habitamos. Y mucho lo saben quienes mandan: porque quien nomina, domina.
La apropiación de las palabras es una herramienta básica para legitimar y naturalizar el poder. Hacer que el otro asimile el propio discurso y lo adopte para visualizar su realidad, es una manera de dominarlo, cuando no de destruirlo. Hacer que el otro perciba el mundo desde una visión impuesta es una victoria simbólica que niega a los sujetos vencidos la posibilidad de utilizar su propia percepción para descifrar el universo.

Estoy harto de encontrarme a esos tipos en las esquinas de mi ciudad, de mi barrio. No quiero que las calles lleven sus nombres. Quisiera que los espacios públicos me recuerden a las personas que nos legaron valores fundamentales para la vida, y no quiero que me borren la memoria con los nombres de estas marionetas que sirvieron a los mercaderes en desmedro del bienestar de las amplias mayorías.
En estos últimos tiempos he recogido los nombres que quedaron de esos olvidados habitantes de la tierra nuestra, que a través de sus voces nos hacen llegar las metáforas más hermosas de su pueblo y los nombres de sus dioses y creencias. Aquí les dejo algunos. Escríbanme si saben de algún otro. Con el tiempo iré agregando su significado.


Abrapampa
Aconcagua
Aluminé
Ancasti
Andes
Añelo
Bariloche
Batata
Burruyacú
Cachi
Cainguás
Calchaquí
Capayán
Cafayate
Catamarca
Chachauen
Chascomús
Chicligasta
Chivilcoy
Choele Choel
Chos Malal
Cochinoca
Collon Cura
Cosquín
Curuzú Cuatiá
Chubut
Epulafquen
Famaillá
Futalafquen
Guachipas
Guaminí
Gualeguay
Gualeguaychú
Gualicho
Guatraché
Guayatayoc
Guaymallén
Güer Aike
Humahuaca
Huechulafquen
Huiliches
Ibicuy
Iguazú
Iruya
Ischigualasto
Ischilín
Itatí
Ituzaingó
Jujuy
La Cocha
La Pampa
Lihuel Calel
Limay
Lonco Luan
Loncopué
Maimará
Malargüe
Maquinchao
Mburucuyá
Montevideo
Nahuel Huapi
Neuquén
Ñandú
Ñorquin
Ñorquinco
Oberá
Papa
Paraguay
Paraná
Pehuajó
Pehuenches
Picunches
Picún Leufú
Pichi Mahuida
Pigüé
Pilcaniyeu
Pilcomayo
Pillahuinco
Piltriquitrón
Purmamarca
Quemquemtreu
Quequén
Quitilipi
Susques
Talampaya
Tilcara
Tinogasta
Toay
Trenque Lauquen
Tucumán
Tumbaya
Tunuyán
Tupungato
Uruguay
Uspallata
Villaguay
Yaciretá
Yavi
Zapallo