Afectados por Yacyretá

Numerosas familias de Misiones y Corrientes han ocupado un galpón ferroviario de la estación Federico Lacroze, en el barrio de Chacarita. Llegaron a Buenos Aires para denunciar los desastres que ha causado la represa de Yacyretá en la vida de las comunidades que viven en las riberas del Paraná. Aquí en la ciudad no sólo pretenden hacer escuchar sus reclamos, sino que también se proponen construir un centro nacional de afectados que se convierta en albergue y refugio para todos los damnificados que lleguen a Buenos Aires desde distintos puntos del país para hacer valer sus derechos.

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Cuando en 1973, los gobiernos de Argentina Paraguay firmaron el acuerdo para construir la represa, prometieron un futuro de prosperidad, trabajo, progreso y desarrollo. En ese entonces, la abundancia natural del entorno brindaba los medios necesarios que hacían posible la vida. La ganadería y la agricultura en pequeña escala permitían la autosubsistencia a miles de habitantes. Los pescadores capturaban enormes presas que navegaban toda la extensión del Paraná y la gente se bañaba en las aguas que bajaban limpias desde sus nacientes.

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Más de 30 años después, la monumental obra de ingeniería se ha convertido en una fachada de corrupción y negocios turbios, y se ha transformado en un agente de inundaciones, pestes, enfermedades y basura que ha causado el grave deterioro de los recursos naturales y ha afectado drásticamente la economía regional, provocando el desplazamiento de numerosas comunidades, tanto del lado argentino como paraguayo. El pueblo indígena guaraní, que vive a un lado y otro de la frontera —dado que estaban allí desde antes que surgieran los Estados— es uno de los sectores más afectados.
El número de daminificados asciende a las 100.000 personas.





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